El amor a un hijo es una de las cosas más grandes que hay, ¿verdad que sÃ?. A mà incluso me sorprendió. Cuando lo tienes en tus brazos por primera vez, te das cuenta de que aquel tópico que has oÃdo mil veces es totalmente cierto: harÃas cualquier cosa por él.
¿No te has preguntado nunca de dónde sale este amor tan grande? No miras a tus hijos y te preguntas: ¿cómo puede ser que los quiera tanto? ¿De dónde ha salido este amor que no sabÃa ni que tenÃa?
Pues bien, la respuesta a esta cuestión está muy relacionada con quienes somos realmente y por qué estamos aquÃ.
La Esencia de la Vida Humana
Todos los seres humanos, cuando decidimos venir a la Tierra, aceptamos someternos a una transformación muy profunda. Esta transformación implica una gran cantidad de cambios, pero para resumirlo, podrÃamos decir que dejamos atrás una parte de nosotros: olvidamos quiénes somos realmente, qué hacemos aquÃ, y muchas de las capacidades que tenemos.
En cierto modo, podrÃamos decir que hay una especie de filtro que, mientras estamos en la Tierra, sólo deja pasar una pequeña parte de lo que realmente somos. Por eso nos sentimos poca cosa: a nivel subconsciente, notamos que nos falta una parte de nosotros.
Esto no es ningún castigo ni nada que se le parezca, sino que tiene un sentido. Forma parte de la experiencia humana que hemos decidido vivir.
El Amor a un Hijo es Tu Amor Real
Una de las cosas que este filtro bloquea parcialmente es tu capacidad de amar. Aunque quizás te cueste creerlo, tú tienes la capacidad de amar incondicionalmente a cualquier ser vivo. Incluso los que parecen más malos. Tu estado natural es amar a todo el mundo, lo que pasa es que aquà en la Tierra este estado natural está modificado.
En el caso de los hijos, sin embargo, esto no es asÃ. Estamos diseñados para que, cuando se trata de un hijo, tengamos todo nuestro amor disponible. El filtro no afecta el amor a un hijo.
¿Sabes qué significa esto? Que tu estado natural es amar a todos igual que amas a tus hijos. Esto de amar solo a algunas personas, que aquà en la Tierra parece normal, no lo es. Cuando no estás en la Tierra, tú amas a todo el mundo con la misma intensidad que ahora amas a tus hijos.
El «tú» que hay en la Tierra es solo una parte de ti, es un «tú» limitado. El «tú» real es enorme. Y tiene una capacidad de amar sin lÃmites.
Piensa en cuánto amas a tus hijos. Este es tu amor real.